“C’est Njiniski”, exclamó entusiasmado el escritor francés Paul Morand, luego de ver la memorable actuación del delantero. La comparación estaba referida a los similares movimientos de Arsenio Erico con los del mejor bailarín de la época.
Su elegancia para jugar al fútbol lo distinguía del resto. La belleza de sus goles y su gran habilidad para cabecear fueron las características más destacadas del potente delantero paraguayo, que en 1931 daba inicio a su carrera como futbolista.
En el club Nacional dio sus primeros pasos y debutó en la primera división. Sin destacarse, Erico regresó a las divisiones inferiores con la ilusión de volver a ser partícipe de la máxima categoría del fútbol paraguayo. Ese anhelo se convirtió en realidad poco tiempo después, con el inicio del enfrentamiento armado entre Paraguay y Bolivia. La guerra del Chaco, protagonizada por estos dos países, fue la oportunidad justa para exponer todo su talento en tierras americanas. La cruz roja paraguaya preparó un combinado para solventar los gastos del ejército guaraní y para eso realizó una gira por América del Sur en la cual participó Arsenio Erico, el potente delantero que lentamente comenzaba una relación inquebrantable con el gol. Sus actuaciones generaron fuertes repercusiones en Argentina, más precisamente en el seno de la dirigencia de Independiente. Deslumbrado con el potencial del joven paraguayo, Alfredo Roche, presidente de la institución de Avellaneda, cambió los planes (tenía pensado contratar al volante derecho del mismo combinado) y decidió contratarlo. La acertada decisión dirigencial se concretó el 6 de abril de 1934. Erico firmó según estas condiciones: 5000 pesos de prima por dos años, 200 pesos mensuales y premios proporcionales a las recaudaciones. El club, además de cubrir el sueldo del nuevo refuerzo, debió pagar 2000 pesos al elenco paraguayo para poder hacerse con los servicios de quién, años más tarde, se convertiría en ídolo de la hinchada.
Los campeonatos obtenidos en 1938 y 1939, lo ubicaron en la cima de los grandes futbolistas de Independiente. Anotó 83 goles y fue clave en la consagración de uno de los mejores equipos argentinos de todos los tiempos.
Su potencia en el salto causó sensación en el fútbol argentino y así lo hizo saber el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Él tenía, escondidos en el cuerpo, resortes secretos. Saltaba el muy brujo sin tomar impulso, y su cabeza llegaba siempre más alto que las manos del arquero, y cuando más dormidas parecían sus piernas, con más fuerza descargaban de pronto latigazos al gol. Con frecuencia, Erico azotaba de taquito. No hubo taco más certero en la historia del fútbol. Cuando Erico no hacía goles, los ofrecía, servidos, a sus compañeros”.
La supremacía demostrada dentro del campo de juego generó el reclamo del fútbol paraguayo que pretendía el regreso del, por entonces, jugador de Independiente. En 1942, Erico se alistaba a las filas de Nacional de Paraguay tras un conflicto con la dirigencia del conjunto de Avellaneda. En el equipo de Asunción jugó tan solo un año y se consagró campeón del torneo local, cumpliendo el deseo de todo jugador de triunfar en el equipo que lo vio nacer. En 1943 regresó a Independiente, a pesar de contar con una numerosa cantidad de ofertas de equipos argentinos. En el conjunto rojo jugó hasta 1946, año en el que convirtió su último gol en la Argentina. Aquejado por lesiones y desgastado físicamente, se mudó a Huracán donde tan sólo jugo siete partidos para luego regresar a Paraguay. Allí dio por culminada su carrera, tras regresar a Nacional y posteriormente sumarse a Sol de América en 1957. Ahogados en una profunda tristeza, los hinchas despedían al máximo goleador del fútbol argentino. Sus 293 goles quedarán en la memoria de todos, como así también los logros obtenidos vistiendo la camiseta de Independiente y Nacional.
Una investigación reciente del historiador Claudio Keblaitis, publicada en su libro “Alma Roja III, los años dorados”, da cuenta de dos goles que hasta el momento no le eran contabilizados a Arsenio Erico y lo ubicarían como máximo, y único, goleador de la historia del futbol argentino con 295 goles.
ResponderBorrarAmbas anotaciones corresponden a los campeonatos de 1937 y de 1939 y, casualmente, las dos fueron ante Chacarita Juniors...suguiero con toda seriedad y respeto,analizar esta información para su informe