domingo, 25 de julio de 2010

Félix Loustau: Un extraordinario gambeteador


“Con ese físico no podes ser defensor; en cambio, podes andar bien de puntero izquierdo”. Esas fueron las primeras palabras que recibió Félix Loustau por parte de Renato Cesarini, por entonces técnico de las divisiones inferiores de River Plate.
Su 1,64 cm de estatura y sus 64 kilos no le permitió ocupar la posición en la cual se destacó en Sportivo Brandsen, por lo que debió adaptarse a su nueva posición. En la prueba deslumbró con su potencia y habilidad, una combinación perfecta para el entrenador de la tercera división, que no tardó en darle el visto bueno para formar parte del plantel.
Ese año, 1941, jugó 21 partidos y convirtió cinco goles. Su gran participación le permitió, un año más tarde, debutar en la máxima categoría del elenco riverplatense. Alternando con las inferiores, Loustau disputó 11 partidos en la primera división. Su gambeta atraía las miradas del mundo futbolístico, a tal punto que en el Campeonato Mundial disputado en Chile en 1962 era comparado con uno de los más grandes jugadores ingleses de todos los tiempos, Bobby Charlton.
Ya afirmado en primera, Loustau comenzó a escribir sus primeras hojas en la historia del club y del fútbol argentino. Al campeonato obtenido en 1942 le sumó los subcampeonatos de 1943 y 1944, transformándose en uno de los responsables de aquella sintonía futbolística que fue “La Máquina”.
El 6 de enero de 1945, en el estadio de San Lorenzo, debutó en la Selección Argentina frente a Paraguay, por la copa Rosa Chevallier Boutell. En aquel partido anotó uno de los cinco tantos y siguió recogiendo elogios por parte de sus compañeros. Rinaldo Martino, mediocampista de San Lorenzo, declaró luego del encuentro: “Me pareció que toda mi vida había jugado con Loustau. Es un fenómeno del fútbol”.
Su guapeza y velocidad fueron otras de las características destacadas de este notable puntero izquierdo, que vistiendo la camiseta Argentina alcanzó su máximo potencial.
Con las medias caídas, con el rostro consumido por el esfuerzo, con la camiseta colgándole a los costados y el pelo revuelto se retiraba de la cancha ovacionado por todo el público, en una imagen que quedará por siempre en el recuerdo y que se repitió durante sus años de carrera.
A fines de 1957, River le dio el pase en blanco y se fue a Estudiantes de La Plata. En el conjunto platense jugó once partidos y se retiró del fútbol al poco tiempo, luego de desmoronarse sus intentos por participar en equipos de la provincia de Buenos Aires. Su última anotación en la máxima categoría la convirtió frente a Boca Juniors y en la Bombonera. Una despedida acorde a lo que fue como futbolista.

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