viernes, 4 de junio de 2010

Peucelle: Velocidad, técnica y entrega



Antes del comienzo del profesionalismo, el fútbol argentino daba a luz a otro grandísimo jugador. En 1908, en Buenos Aires, nacía Carlos Desiderio Peucelle, histórico delantero de River Plate.

“Yo nunca hice gimnasia. Mi entrenamiento eran los partidos en el potrero. Fútbol todos los días. Me alcanzaba y sobraba para los domingos”, con estas palabras el propio jugador relataba sus comienzos en el fútbol. Los descamisados fue el primer equipo que integró, un club ubicado en la zona de Casa Amarilla. En esa humilde institución jugaría hasta los 15 años para luego probarse en Boca Juniors, donde participaría en tan sólo siete partidos de la cuarta división.
 Por conflictos dejaba la institución de la Ribera y se sumaba al plantel de San Telmo y al de Sportivo Barracas, en ese entonces permitido por participar en asociaciones distintas. En esta última entidad jugaría para la primera división como puntero derecho. Su velocidad y gran técnica le facilitaban la tarea que debía realizar en esa posición del campo. En 1926, Carlos Peucelle alternó en las primeras de San Telmo y Nacional de Adrogué. Un breve paso por Sportivo Barracas le abrió las puertas para ingresar al plantel principal del club ubicado en el partido de Almirante Brown. En ambos equipos jugaría tan solo un año. En 1927 pasó a Sportivo Buenos Aires. Su fútbol aparentemente embarullado terminó por imponerse. Jugando como interior izquierdo, Carlos Peucelle alcanzó un gran nivel futbolístico. Las escaladas al ataque en dirección diagonal al arco no dejaban de sorprender a todos sus compañeros y rivales. Su juego dinámico lo acompañaba con una entrega asombrosa. Corriendo a todos los defensores rivales, barriéndose y quitando la pelota se ganó el cariño de todos los integrantes del plantel.

En 1931 se da inicio a una nueva etapa del fútbol argentino: La profesionalización del torneo de primera división. En ese contexto y sin obligación de pagar un centavo al club donde pertenecía, Carlos Peucelle aceptó el ofrecimiento de River Plate. Diez mil pesos para firmar un contrato por tres años, con un sueldo de 350 pesos mensuales y 10 pesos por gol convertido, fueron las cifras que le acercaron al jugador y que ocasionaron conmoción en todo el entorno del deporte. Su participación en el mundial de 1930 no había pasado desapercibida en el entorno dirigencial del elenco de Núñez, presidido en ese entonces y por segunda vez (la primera había sido de 1921 a 1924) por José Bacigaluppi.

El 28 de junio de ese mismo año, por la quinta fecha del campeonato argentino, debutaba con la camiseta albirroja en un partido frente a Chacarita. Esa tarde y a pesar de la derrota por 3 a 2, Carlos Peucelle comenzaba a ganarse el corazón de todos los hinchas riverplatenses. A los 7 minutos del primer tiempo convirtió el primer tanto de su equipo y durante los 90 minutos brindó un verdadero espectáculo de buen fútbol. Su coraje, determinación y adhesión por estos colores lo convertirían, tiempo después, en uno de los máximos ídolos de la institución, ayudado por la presencia de Bernabé Ferreyra. Amigos dentro y fuera de la cancha, estos dos magníficos jugadores marcaron un antes y un después en la vida de River. Juntos, lograron el título de 1932. Las asistencias de Peucelle y la gran habilidad goleadora del ex Tigre fueron determinantes en la obtención del primer campeonato profesional para el club. Sus logros en la institución se sucedieron en 1936, 1937 y en 1941. Este último con un sabor especial por ser el último torneo que jugó antes del retiro. Una despedida triunfal, para un jugador brillante.

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