jueves, 10 de junio de 2010

Guillermo Stábile: El crack de Huracán




Nacido futbolísticamente en las inferiores de Huracán, Guillermo Stábile convulsionó el fútbol con su aparición en la primera división del club de Parque Patricios. En 1922 y tras participar dos años en la cuarta, el temible goleador debutó en la máxima categoría en un partido amistoso contra Nacional de Montevideo, en el parque Central de Uruguay. Con tan sólo 16 años, inició su exitosa carrera deportiva, a pesar de ser bajado a la tercera división tras el encuentro disputado en el país oriental. Su juventud lo depositaría nuevamente en las inferiores y postergaría un año más su incorporación al primer equipo. En 1923 llegaba la hora del debut oficial. La lesión de Larmeu le posibilitó ingresar como titular en el partido que Huracán y Boca Juniors definían el campeonato. En ese primer encuentro, el conjunto de la Ribera aplastó cómodamente a los de Parque Patricios con un contundente 3 a 0. La actuación de Stábile hacía dudar al público de Huracán, que creía arriesgada la decisión de introducirlo entre los once titulares. En respuesta de esto, el segundo enfrentamiento lo resolvía con dos notables definiciones, posibilitando así un partido desempate entre ambos equipos.
El nivel demostrado en el campo de juego sorprendió a propios y extraños y a pesar de la consagración de Boca Juniors como el nuevo campeón argentino, la labor de este joven talento no se vio opacada luego de la derrota en el tercer encuentro.
Su buen desempeño de nada sirvió para mantenerse en el primer equipo. El regreso de Larmeu lo depositó en la reserva. Allí anotó 48 goles e hizo reveer su situación al cuerpo técnico de primera, que, asombrado por su extraordinaria habilidad goleadora, decidió convocarlo nuevamente para formar parte del plantel principal. En el campeonato de 1925, anotó 34 tantos y un año más tarde, en el día de su cumpleaños número veinte, se consagró al señalar tres de los seis goles con que la Asociación Argentina superó a la Agrupación de Amateurs. Su talento no dejaba de deslumbrar a los espectadores. A su notable cualidad para definir las jugadas le había sumado velocidad, haciéndolo aún más peligroso en el área rival. El ingreso a la Asociación Amateurs Argentina en 1927 y el campeonato obtenido con Huracán en 1928 lo introdujo en la nómina de los grandes talentos argentinos de la década del 20. Dos años más tarde, luego de su brillante actuación en el mundial de 1930 (convirtió ocho tantos en cuatro partidos), se despidió de Huracán. El conjunto argentino había aceptado la oferta del Genoa por 25.000 pesos. Con veinticuatro años, Stábile llegó al fútbol europeo para levantar a un equipo que no encontraba el rumbo futbolístico y se ubicaba en la última ubicación de la tabla de posiciones. El arribo a la ciudad de Génova estuvo colmado de hinchas. Ellos, al igual que los dirigentes del club, pretendían la participación del argentino en el próximo encuentro. Sus ganas de triunfar lo llevaron a aceptar la decisión. En el enfrentamiento con Bologna, líder del torneo, Stábile se ganó el corazón de todos los fanáticos al anotar los tres goles del partido. Al grito de “Stábile, Stábile” los espectadores festejaban una victoria importantísima que les permitió abandonar el último puesto. Esa tarde nacía un nuevo ídolo del Genoa.
Sus actuaciones alegraban al fútbol italiano y al propio Benito Mussolini, que asistió a un partido para verlo jugar. Sin dudas, la presencia del argentino en los campos europeos no pasó desapercibida. Los goles convertidos en el campeonato, posibilitaron que su equipo finalice en la segunda ubicación, un logro histórico.
Todo marchaba bien en la vida de Guillermo Stábile, hasta que en 1931 se fracturó el tercio anterior de la pierna y debió ser operado. Cuando todo hacía indicar que su regreso a las canchas era inminente, una nueva lesión volvió a aquejar contra el físico del hábil delantero. En una jugada poco fortuita con el defensor Galuzzi de la Fiorentina, se volvía a lesionar la misma zona afectada.
El regreso no fue el esperado. Su nivel nada se asemejó al que supo mostrar al llegar a la Ciudad de Génova y tras cuatro temporadas, se sumó a préstamo al primer equipo de Napoli. Allí jugó tan solo un año, el último en Italia. El Genoa no lo contó como una pieza importante del primer equipo y lo relegó a la reserva. De la admiración y la fama, Guillermo Stábile pasó al olvido absoluto. En desacuerdo con la situación, decidió marcharse. Los Red Star de París era su nuevo equipo. En Francia volvió a ser el de antes. Tras dos brillantes temporadas, el extraordinario delantero le decía basta a su carrera futbolística. El año 1938 quedaría marcado por el adiós de un verdadero crack.

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